lunes, 13 de febrero de 2012

Cómo inventar recuerdos y no convertirse en uno


A veces me imagino que los familiares que han muerto no han muerto y recreo en mi cabeza los recuerdos que tendría dibujados, como cuando en las películas cambian el futuro desde el pasado, como en Efecto mariposa o esta magnífica película llamada Al diablo con el diablo. Pues yo, al igual que este buen cine, a veces juego a que un vendaval de recuerdos revolotean en mi mente y pienso qué sería ir a comer a casa de mis abuelos al mediodía y cruzarme con el hijo de su vecino que terminó sus estudios de medicina y ahora salva vidas en África. Bueno sí, esto es lo que pasa cuando recreas fantasías, que siempre sobrevaloras a las personas que no tienes y les concedes casi el estadio de madres Teresas. Y tampoco es eso. Pero bueno, es mi fantasía y hago lo que quiero. Aunque como sucede en Efecto Mariposa, Al diablo con el diablo y de más películas, san pronto como este revoloteo se agita en tu cabeza, desaparece cuando suena el teléfono, el despertador o la bocina de un autobús que ha estado a punto de atropellarte y convertirte en nada más que un recuerdo revoloteando por la mente de alguna despistada cabeza.

Moraleja: soñar es bueno, pero hazlo en un lugar fresco y seco, como la despensa de pan Bimbo.

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